Mentalismo infantil

Este fin de semana he hecho un par de actuaciones distintas a las que suelo hacer normalmente. Eran para un gran evento dirigido a niños, con talleres de comida sana, ajedrez, ábaco, etc. Normalmente cuando me ofrecen este tipo de trabajos, dirigidos más a público infantil, o incluso cuando me llaman para comuniones y funciones similares, directamente les redirijo a algunos de mis compañeros que sí hacen este tipo de cosas. Pero ya participé el año pasado en el mismo evento, que estaba dedicado al desarrollo mental para niños con talleres de memorización, cubo de Rubik,... que casaba bien con lo que hago, y fue una gran experiencia.

Muchos suelen decir que odian a los niños. Yo no tengo sentimientos tan fuertes contra ellos —ejem— sino simplemente mi material y mis espectáculos no están dirigidos a ese público. Soy de la opinión de que es importante especializarse, y simplemente escogí el sector más adulto porque era con el que estaba más cómodo, y el material que me gusta trabajar es más apropiado para ellos. Muchas veces me han dicho que cierro demasiado mercado y pierdo muchas oportunidades, y es verdad, pero como dice el refrán: “quien mucho abarca, poco aprieta”.

Dicho lo anterior, también creo que es bueno tener algo preparado para ocasiones como éstas. Os voy a dar algunas recomendaciones basadas en mi experiencia personal, pero os advierto de que no soy un experto en público infantil.

Tipo de material

Lo más importante que tienes que tener en cuenta al actuar para niños es, como dice mi amigo Max Vierdié: “lo que importa no es destino, es el viaje”. ¿Qué quiere decir esto? Que el efecto puede ser más o menos fuerte, esto da un poco igual, lo importante es el desarrollo del efecto. Eso debe ser lo más importante. Tienen que pasar cosas interesantes para los niños durante la rutina. No puedes esperar a que el niño mantenga el interés solamente por la promesa de un desenlace impactante.

La salida “fácil” sería contar una historia, y es lo primero que piensa uno cuando escucha esto, pero eso sería limitarse mucho. Os voy a explicar exactamente las rutinas que uso para niños.

Superhéroes

Cuando partes de un tema que de por sí a los niños les interesa ya sales con ventaja. Esta rutina es muy sencilla. Sacas dos niños y a cada uno le das a elegir “al azar” un superhéroe. Le dices que se imaginen mentalmente que son cada uno el personaje que le ha tocado y vas adivinando poco a poco los detalles de cada uno. Tras desvelar el personaje llamas la atención hacia un sobre que siempre estuvo a la vista y al abrirlo hay una ilustración de un cómic con ambos superhéroes luchando.

Una rutina simple pero con muchos detalles:

El método no puede ser más sencillo: una bolsa transparente llena de papelitos doblados con nombres de superhéroes. Ya os podéis hacer una idea de cómo va la cosa. También podéis usar una baraja en blanco o un paquete de tarjetas escritas. La técnica es lo de menos.

En primer lugar pedidle a los niños que saquen cada uno una tarjeta de prueba y que la lean en voz alta. Esto cumple dos objetivos: en primer lugar corroborar que los papeles son todos distintos, pero lo más importante es que tienes que cerciorarte de que los niños pueden leer sin problemas las tarjetas. Se vuelven a guardar las tarjetas y ya sí, das a elegir las dos tarjetas con los héroes que vamos a usar. Ten cuidado con los niños porque son capaces de volver a leer los nombres en voz alta, o enseñarte las tarjetas, etc. Si en el mentalismo es importante el control del público, con niños muchísimo más.

Ahora viene el proceso de adivinación. De nuevo: si en el mentalismo es importante el proceso, con los niños es fundamental. Pídele a cada uno que se imagine que es el superhéroe que le ha tocado, que tiene su ropa, sus poderes, sus armas,... Y ve adivinando poco a poco todos los detalles de cada uno alternativamente. Hazlo interesante. Pídele que se miren las manos y adivina si tienen algo en ellas. Si son capaces de volar, o tienen una fuerza extraordinaria,...

Una vez que has adivinado los personajes puedes mostrar la predicción. Fíjate que la estructura de este juego no tiene sentido: adivinas algo —leyendo sus mentes— y luego resulta que lo sabías todo con anterioridad. Nunca me ha gustado esta estructura que he visto usar a otros magos y mentalistas más de una vez, por la única razón de que, sí, puede que el público no encuentre la incongruencia, pero siempre he pensado que inconscientemente los espectadores notan algo raro. Pero creo que con el público infantil no hay problema en usarla. De hecho, tengo un motivo oculto para usar este final: si en algún momento durante la rutina a alguno de los niños se le escapa el nombre del personaje —que me ha pasado alguna vez— siempre tengo un clímax que puedo usar. Si haces este efecto verás que cuando vas adivinando cosas acerca de los personajes, los niños entre el público van a empezar a hacer conjeturas y muchos van a adivinar finalmente el personaje. Con la predicción tienes un final mejor que el que se esperaban. Eso sí, no anuncies al principio que tienes una predicción, simplemente déjala a la vista.

Más ejemplos

Otra rutina que suelo hacer es una versión de “Las siete llaves de Baldpate” de Annemann. Hay un regalo para un niño pero solo se lo va a llevar si adivina cuál de las 7 llaves abre el candado. Lo que hay que potenciar es el proceso de elección de la llave, darles oportunidad para que cambien de decisión, etc. Sobre la elección del regalo, que parece una tontería pero es un pequeño quebradero de cabeza cada vez que lo tengo que elegir: no regales nada de comida, ni chucherías, porque lo último que quieres es que el niño se ponga malo del estómago y te puedan echar la culpa. Tampoco soy partidario de regalar juguetes. Prefiero regalar algo de material escolar: agendas, carpetas, lápices de colores,...

Algunas veces trabajando en restaurantes he tenido una mesa con algún niño —no era lo habitual porque cuando he actuado en este tipo de ocasiones se especifica público adulto—. En estos caso he usado una rutina que hago para adultos y que explico en mi conferencia: la adivinación de una película. Con niños lo presento exactamente igual, con la única diferencia de que la película que eligen es infantil, obviamente. Mi rutina es más que la adivinación del título de la película: adivino el personaje que están pensando, la escena exacta que están visualizando, etc. Volvemos al proceso, que en este caso es exáctamente el mismo que uso con público adulto. Solo cambio la fase final, que simplifico la adivinación del nombre de la película —con adultos adivino las letras que están pensando, o la palabra específica del título en la que se concentran,...—.

Si le das vueltas a los efectos que ya realices seguro que encuentras la forma de hacerlos interesantes para los niños: ruleta rusa con un huevo, test de la revista con un cuento ilustrado o tebeo,...

Conclusiones

Actuar para público infantil es mucho más complejo que simplemente hacer “efectos para niños”. Hay que comprender las particularidades de los niños de cada edad, saber cómo hablarles, como controlarlos,... Y como hemos visto en este artículo: saber hacer interesante, no solo el clímax del efecto, sino todo el desarrollo.

Te recomiendo que si te interesa el público infantil y el mentalismo investigues cómo combinar ambos. Hay mucha información sobre magia infantil que te puede servir de base para trabajar desde la óptica del mentalismo. Muchos mentalistas, amigos y compañeros han demostrado que es posible.

¿Y tú? ¿Cuál ha sido tu experiencia con este tipo de actuaciones?



3 comentarios

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