Para empezar debo aclarar, como siempre que hablo de estos temas, que soy un amante del ilusionismo, que no considero mejor el mentalismo que la magia, etcétera. Incluso me encantan y practico algunas artes afines como el cardistry. Esto no es un artículo sobre si uno es mejor o peor que el otro, sino simplemente de sus diferencias, ya que para mí son dos cosas completamente distintas.
Para entrar en materia hay que definir qué es el mentalismo y qué es el ilusionismo. Estas definiciones son la que van a determinar todo el argumento posterior.
¿Qué es el mentalismo?
Para mí el mentalismo es la disciplina que explora los límites del ser humano. En primer lugar digo “disciplina” y no “arte”, porque creo que para que algo se convierta en arte debe haber una intencionalidad artística del que lo ejecuta. Por ejemplo, para mí Ramon Campayo es un mentalista, y él mismo se ha definido algunas veces como tal, incluso se ha atrevido a hacer algún efecto, con más o menos acierto. Otro ejemplo es Uri Geller, que es el mentalista por excelencia (según el punto de vista del público general) y que tiene una gran credibilidad, aunque no destaca precisamente por la parte artística.
Cuando digo que el mentalismo “explora los límites del ser humano” me refiero a que el mentalismo es una ciencia que investiga fenómenos que están en la frontera entre la realidad y la ficción. Por ejemplo, ¿es posible la telepatía? El mentalismo trata de dar respuesta a esta pregunta, entre otras. Lo que sabemos es que no se puede transmitir el pensamiento por el aire como por arte de magia, pero se puede saber lo que está pensando una persona con el lenguaje muscular o la lectura en frío. O bien, ¿es posible controlar la mente de otra persona? Sí, con la sugestión y la hipnosis. Para mí eso es el mentalismo: buscar el límite entre los verdaderos poderes de la mente y la ficción de lo sobrenatural.
Para completar esta definición debo aclarar que cuando digo “límites del ser humano” me refiero tanto a físicos como a mentales. Es decir, fenómenos de dominio del propio cuerpo como controlar el pulso, aguantar el frío, la respiración, etcétera, también entran para mí en el mentalismo, aunque técnicamente se denomine fakirismo.
Y entonces, ¿qué es el ilusionismo?
El ilusionismo es algo totalmente distinto: es el arte que crea en el espectador la sensación de lo imposible. Fíjate que ahora sí uso la palabra “arte”, porque por definición el ilusionismo consiste en transmitir sensaciones. Al menos la sensación de lo imposible, a la que hago referencia en la propia definición.
Pero ¿qué es esa “sensación de lo imposible”, o “sensación de imposibilidad”? Pues es lo que Arturo de Ascanio definió como la sensación que se produce en la mente humana cuando una situación inicial contrasta con una situación final sin conexión lógica. Por ejemplo, cuando cerramos la mano con una moneda, y al abrir la moneda ya no está, en la mente humana se produce un conflicto porque es incapaz de conectar con la lógica ambos estados. Ésa es la sensación de lo imposible, y es la que es común a todos los efectos de ilusionismo. En algunos efectos del ilusionismo esos estados inicial y final no están tan claros, pero la sensación siempre es la misma.
Diferencia entre mentalismo e ilusionismo
Esa emoción, esa sensación de imposibilidad que produce el ilusionismo no se da en el mentalismo, siempre que se haga buen mentalismo, claro.
Pongamos un ejemplo de mentalismo básico: la lectura en frío (o lectura, a secas). Nos acercamos a un espectador y leyendo las líneas de su mano lo sabemos todo acerca de él. Aquí no hay contraste entre dos situaciones, ni interrupción lógica, porque en la mente del espectador hay una explicación muy clara: sabemos cosas sobre su vida porque lo estamos leyendo en su mano. Si esto es más o menos creíble es ya otro tema, que depende del contexto, el espectador, etc. (con el tipo de público que suelo trabajar es mucho más verosímil usar una lectura de manos de tipo analítico, pero eso es otra historia).
Con el resto de efectos básicos del mentalismo pasa lo mismo: hipnosis, memorización, calculismo, lectura muscular,... Existe una explicación y el espectador la conoce. La explicación puede ser real o ficticia, pero eso no cambia la sensación que percibe el espectador. Por ejemplo, un ilusionista puede decir que para hacer desaparecer la moneda la ha desintegrado en partículas muy pequeñas, o que la ha hecho invisible, pero el espectador siempre sabe en el fondo que es solo presentación, aunque por unos instantes se deje llevar por la fantasía como cuando ve una película.
Magia mental
La pregunta típica que hacen los magos es “entonces si adivino una carta pensada ¿qué es? ¿mentalismo o magia?”. Muy fácil de responder: ¿qué tipo de emoción se ha provocado en la mente del público? Si ha sido una sensación de imposibilidad, algo a lo que el espectador no puede dar solución lógica, entonces es magia. Si el espectador cree que lo hemos adivinado gracias a la interpretación del lenguaje corporal, o a conocimientos profundos de la psicología y de la mente humana, entonces hemos hecho mentalismo. Da igual que en un caso u otro hayamos usado la misma técnica, lo que importa es qué emoción hemos producido en el espectador con nuestra presentación.
El hecho de que en algunos efectos del mentalismo se usen técnicas del ilusionismo, y viceversa, no implica que ambas cosas sean lo mismo. El ilusionismo en toda su historia se ha nutrido de otras ciencias, artes y disciplinas. Por ejemplo muchas de las técnicas de la cartomagia vienen del tahurismo, y algunos efectos típicos de la magia provienen del espiritismo. Del mismo modo el mentalismo también se ha nutrido del ilusionismo, al igual que muchos tahúres han aprendido y aplicado técnicas de la magia con cartas, lo que no significa que ambas cosas sean lo mismo.
Podemos definir la magia mental, como los efectos de ilusionismo con una temática mental. Algo que no tiene nada que ver con el mentalismo. El efecto de la baraja invisible se puede presentar como ilusionismo, magia mental o mentalismo, pero está claro que desde el punto de vista del público solamente la presentación de un mentalista tiene algo de credibilidad. Dicho de otro modo: cuando un mago hace la baraja invisible es algo mágico, pero si lo hace un mentalista es algo verosímil.
Mentalismo puro
Y ese es un punto muy importante: la credibilidad. Cuando el público ve a un ilusionista sabe que está usando trucos o trampas para reproducir los efectos. Un ilusionista no tiene reparos en admitirlo. Pero con un mentalista, esto no está tan claro. El mentalismo, como hemos visto, anda en el límite de la realidad y de la ficción, y por ello en la mente del espectador siempre hay una puerta abierta a la posibilidad de que aquello sea real.
De hecho, para mí existe lo que he denominado el mentalismo puro. Esto es un mentalismo que no usa trucos, en donde el mentalista hace exactamente lo que dice que hace. Se basa en cuatro pilares que definí en otro artículo. Esos cuatro pilares son:
- Memorización y calculismo
- Lectura del lenguaje corporal: aquí entran las técnicas relacionadas con la lectura muscular, la lectura sin contacto,...
- Lectura: interpretación de oráculos, lectura en frío,...
- Sugestión e hipnosis
Ten en cuenta que un espectáculo que se base en uno o en varios de estos pilares sería un espectáculo sin trampas ni trucos: el mentalista hace exáctamente lo que dice que hace. Y de hecho existen este tipo de espectáculos. Por ejemplo, hay espectáculos completos de memorización y calculismo como el de mi admirado Mario Larrea. Él no usa trucos, aunque sí usa técnicas que pueden ser o no secretas. A esas técnicas no se les puede llamar trucos ni trampas porque está haciendo realmente lo que dice que hace: memorizar y calcular mentalmente.
Con el resto de pilares del mentalismo pasa lo mismo. Por ejemplo, existen miles de espectáculos en el que sólo se usa la hipnosis. También existen espectáculos completos de lecturas, aunque aquí en España no son muy comunes. Tampoco son habituales los espectáculos de lectura muscular, pero si estudias la historia del mentalismo verás que hace un par de siglos había básicamente tres tipos de espectáculos de mentalismo:
- Segunda visión: lo realizaban dos mentalistas, uno de ellos se vendaba y adivinaba los objetos que le ofrecía el público al otro (efecto original de Robert Houdin).
- Preguntas y Respuestas: el mentalista adivinaba y respondía las preguntas del público.
- Lectura mental: el mentalista leía la mente del público a través del contacto físico.
Este último tipo de espectáculos eran demostraciones de lectura muscular encontrando objetos escondidos, adivinando dibujos, etc. Todo usando la misma técnica.
Mentalismo teatral
Ahora bien, la mayoría de los llamados mentalistas realizan espectáculos en los que usan efectos de ilusionismo, por ejemplo. ¿Cómo encaja esto en mi visión del mentalismo? Muy sencillo: yo soy mentalista, pero por encima de todo me considero un artista. Cuando diseño un espectáculo mi objetivo es transmitir unas ideas y unas emociones. Cada espectáculo que construyo lleva un mensaje que quiero transmitir al público, y para transmitir esas ideas usaré todo aquello que necesite, ya sea mentalismo, ilusionismo, escapismo o, si hace falta, malabarismo, música, humor,... Si para crear una emoción necesito usar algo ajeno al mentalismo no tengo más remedio que usarlo: contar una historia, un chiste, o incluso hacer piruetas si hace falta. Lo que sea necesario para lograr el objetivo artístico.
Otra cosa muy distinta es lo que hago fuera del escenario, en situaciones íntimas, de cerca,... En estos casos intento ser lo más purista posible. Pero eso es simplemente por gusto personal. Prefiero no utilizar accesorios y usar técnicas puras como la lectura en frío, la sugestión, sutilezas psicológicas, técnicas verbales, etc. Eso sí, si siento que la situación lo requiere no tengo ningún problema en usar además algún efecto de mentalismo más estándar.
Para que se comprenda un poco mejor lo que quiero decir: para mí el mentalismo (puro) es al mentalismo teatral lo que la magia es al ilusionismo.
Conclusiones
Llegados aquí muchos estarán pensando “¿y qué más da cómo llamemos a cada cosa?”. En mi opinión sí es importante. Creo que a la hora de estudiar una disciplina es muy importante definir y clasificar qué es cada cosa para organizar y estructurar en la cabeza todo aquello que se está aprendiendo. Comprender cómo el espectador percibe cada disciplina es crucial para saber cuál es el tipo de efectos que debemos usar, y la mejor manera de presentarlos, según lo que queramos transmitir y según nuestras inquietudes artísticas.
Por suerte o por desgracia el mentalismo está de moda. Ahora muchos quieren hacer mentalismo por una razón muy sencilla: ven el efecto que causa un mentalista sobre el público y quieren conseguir el mismo efecto haciendo lo mismo que han visto al otro. Pero cuando hacen exactamente la misma rutina resulta que el público no responde igual que cuando lo hace el mentalista. Esto sucede, entre otras razones, porque esos imitadores pueden conocer el secreto de los efectos pero no entienden el mentalismo.
Para terminar, Bob Cassidy ha escrito bastante sobre este tema y entre otras, plantea la siguiente diferencia entre el mentalismo y el ilusionismo:
Cuando un espectador ve un efecto de ilusionismo pregunta: “¿¡Cómo has hecho eso!?”
Cuando un espectador ve un efecto de mentalismo pregunta: “¿¡Cómo has aprendido a hacer eso!?”
Y para ti ¿qué es el mentalismo? ¿Cómo lo definirías? ¿Crees que es una rama del ilusionismo?
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Muchas gracias. ?Como puedo iniciar sesion?
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Una pregunta. Y el manejo de energias sutiles, como el reiki o el de la intuición como la radioestesia. Dónde se podrían englobar? Muchas gracias de antemano. Saludo cordial